Wednesday, October 17, 2007

Guardian

Hubo una vez, hace mucho tiempo un reino llamado Asturia. La familia real de Asturia estaba compuesta por grandes guerreros y era costumbre que cada nuevo miembro fuera educado en las artes de la espada, del arco y la pelea cuerpo a cuerpo. Asi fue que en la era del rey Arasther y la reina Sophia nacio el principe Armisael; principe guerrero de Asturia. Como era usual, a los 4 anos de edad comenzo su entrenamiento en esgrima y arqueria, Armisael tenia una fuerza y una dedicacion excepcionales para un nino de su edad, a pesar de su desempeno en estas actividades, Armisael siempre prefirio la paz y la tranquilidad. Era un nino solitario que no encontraba placer en socializar con los infantes con los que compartia clases. No era extrano que por las tardes Armisael escapara del castillo sin que nadie se diera cuenta, a vagar por los bosques aledanos a la ciudad. Transcurrieron muchos anos, y en uno de esos dias solitarios el principe decidio ir a recorrer Elysion.
No era la primera vez que Armisael iba a aquel lugar, pero era la primera en que iria completamente solo, en medio de la noche.
Elysion era una de las trece colonias de Asturia, y era la unica de todas habitada completamente por seres magicos; hechiceros, brujas, duendes, todo tipo de creatura magica podia ser encontrada en esa ciudad. Ademas Armisael guardaba un especial carino a los bosques de Elysion porque fue ahi donde su padre encontro el unicornio de cuerno azul que ahora era su companero de viajes; Alastor.
Fue entonces asi que Armisael se encontraba a medio camino, en los bosques que separaban Elysion de Asturia, cuando se detuvo a que Alastor tomara un poco de rocio de media noche de un pequeno estanque cerca de ellos. El rocio de media noche era una sustancia cristalina y espesa que excretaban las flores nocturnas y que era la comida predilecta de los unicornios.
Mientras Alastor bebia, Armisael se dispuso a revisar su espada y su arco cuando de pronto escucho un ruido, con rapidez desempuno su espada y comenzo a voltear sigilosamente a todas direcciones, el sonido era aquel de alguien que pisaba hojas secas cercanas, extranamente ningun arbol se secaba jamas en aquellos bosques...
[Continuara]

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